martes, 25 de febrero de 2014

Reseñas Cineblog: Naves Misteriosas


Salón de Grados de la Facultad de Comunicación y Documentación
Martes 4 de Marzo, 16:00 horas 

“Naves Misteriosas” (Douglas Trumbull, 1972)

            Artífice de los efectos especiales de obras maestras del género como “2001: una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968), “La amenaza de Andrómeda” (Robert Wise, 1971) o “Encuentros en la tercera fase” (Steven Spielberg, 1977), Douglas Trumbull debutó como director y productor con este film de ciencia-ficción con mensaje ecologista que funciona como crítica social y que 40 años después sigue despertando pasiones y odios por igual. En una época en la que la sociedad comenzaba a tomar conciencia de su poder para modificar la Naturaleza y empezaba a hablarse de responsabilidad, sostenibilidad y conservación, Trumbull llenó su film de conceptos filosóficos y morales que añadidos al ritmo pausado del film espantó a los que iban buscando robots asesinos, alienígenes monstruosos o platillos volantes; pero encantó a los que supieron ver más allá de su género, al igual que había pasado con la obra maestra de Stanley Kubrick.

            Freeman Lowell (Bruce Dern) es un científico que vive en Valley Forge, una nave que gravita en la órbita de Saturno. En ella (y en dos más), en unos gigantescos invernaderos, están depositadas las últimas muestras de la fauna terrestre que se conservan tras haberse extinto en la Tierra, para poder repoblarla en un futuro. Un día Lowell recibe la orden de destruirlas todas, pero no está de acuerdo con la decisión de sus superiores y decide huir con la nave. Ayudado por dos robots, que Lowell reprograma para que se dediquen a la jardinería, intentará ir más allá de Saturno y para poner a salvo lo que considera valiosos recursos naturales.

            La destacable interpretación de Bruce Dern (este mismo año, 42 años después, nominado al Oscar por “Nebraska” de Alexander Payne) se une al efectivo (aunque algo lento en ciertos tramos) guión de Deric Washburn, Michael Cimino (que años después triunfaría en los Oscars con “El Cazador”, 1978) y Steven Bochco (el cual produjo en los 80 series como “Canción triste de Hill Street” o “La ley de Los Angeles”); a un genial diseño de producción en el que podemos encontrar robots que parecen haber influido en George Lucas, ingeniosos gadgets, buenos efectos especiales (lo que era de esperar) y un poético entorno selvático flotando en medio del espacio; a una envolvente banda sonora de Peter Schickele; y a un sórdida, y a veces casi onírica, fotografía de Charles F. Wheeler.

- Para amantes de la ciencia-ficción con mensaje.

- No pierdan el tiempo los que esperan batallas estelares y viajes en el tiempo.




viernes, 21 de febrero de 2014

Reseñas Cineblog: Scarface, el terror del hampa y El Precio del Poder.

Filmoteca Regional de Murcia:

Lunes 24 de Febrero

“Scarface, el terror del hampa” (Howard Haks, 1932)

Sábado 1 de Marzo

“El Precio del Poder” (Brian De Palma, 1983)
 

 
           Tanto el pionero e influyente film de Howard Hawks como el icónico remake de Brian de Palma causaron controversia en su momento debido a su elevado nivel de violencia y a su visión idealizada del crimen organizado o el tráfico de drogas. Pero ambos (que contaban el auge y caída de un intratable mafioso) se convirtieron en rutilantes éxitos de taquilla debido a las mismas razones. Tanto el perturbado italiano Tony Camonte (un concienzudamente excesivo Paul Muni), al que le hierve la sangre cuando se entera del romance de su amigo Rinaldo (George Raft) con su hermana (Ann Dvorak); como el sanguinario cubano Tony Montana (Al Pacino con una sobreactuación que no pierde de vista la interpretación de Muni), que tira por la borda su ‘imperio de la droga’ cuando descubre que su amigo Manny (Steven Bauer) tiene una relación con, que casualidad, su hermana (Michelle Pfeiffer); pasaron a la historia del cine como antológicos anti-héroes que sucumben ante su propia ambición.
 
            Aunque ya era su décimo largometraje, y había tenido cierta repercusión con varias películas de aviación para ‘el aviador’ Howard Hughes, el mítico director Howard Hawks (“La fiera de mi niña”, 1938, “El sueño eterno”, 1946, o “Río Bravo”, 1959) tuvo su primer gran éxito con esta crónica gangsteril de los bajos fondos del Chicago de los años 20 y 30. Rodada en una época en Hollywood de gran libertad de temáticas y argumentos (entre la llegada del cine sonoro y la implantación del Codigo Hays, que censuraba contenidos ‘inmorales’), “Scarface, el terror del hampa” es un cruento festival de crímenes, comportamientos antisociales y egos exaltados escrito por el prolífico Ben Hecht (periodista, dramaturgo, novelista y guionista de una veintena de obras maestras) y puesto en imágenes con contundencia y saber hacer.

            El guión que Oliver Stone (que luego se convertiría incómodo director) para la versión de Brian De Palma (considerado por aquel entonces sucesor de Hitchcock gracias a films como “Carrie”, 1976, o “Vestida para matar”, 1980) cargó las tintas en erotismo y violencia explícita, extrayendo ideas de crímenes reales para crear algunas de las más perturbadoras secuencias del cine moderno (como la recordada escena de la motosierra). Trasladando la historia original desde las turbias calles de Chicago hasta las soleadas playas de Florida, este recital de ‘fucks’, cocaina y rifles de asalto que tuvo muchos problemas con el sistema de clasificación por edades (el cual insistía en clasificarla X) es hoy día uno de los films más aclamados por el público (aunque la crítica aún se resista a la truculencia y el exceso de las aventuras de Tony Montana).

- Para los que gusten de comparar dos maneras de entender el cine a partir del mismo material.

- No pierdan el tiempo si se ofenden con palabras malsonantes, sangre, violencia, sexo y todas esas cosas que pueden hacer divertido al cine.



viernes, 14 de febrero de 2014

Reseñas Cineblog: Drácula de Bram Stoker

Filmoteca Regional de Murcia, Viernes 21 de Febrero

“Drácula de Bram Stoker” (Francis Ford Coppola, 1992)

La carrera de Francis Ford Coppola había caído en picado tras las debacles económicas que supusieron “Corazonada” (1982) o “Cotton Club” (1984); así que tras cerrar la saga de ‘El Padrino’ con relativo éxito, Coppola necesitaba algo grande para ponerse otra vez arriba. “Drácula de Bram Stoker” se convirtió en el mayor taquillazo de la carrera de este Coppola venido a menos (y que de hecho a penas ha vuelto a levantar cabeza, si no contamos los tres experimentos fílmicos que ha rodado desde 2007: “El hombre sin edad”, “Tetro” y “Twixt”). El 'Drácula' por excelencia de mi generación (mis padres tienen a Christopher Lee, mi abuelo a Bela Lugosi y yo a Gary Oldman) es un emocionante, exuberante y oscuro ejercicio de estilo, visualmente impresionante en su revisitación postmoderna del gótico (inolvidables los recargados trajes de Eiko Ishioka y la intensa banda sonora de Wojciech Kilar), y una de las más acertadas y carismáticas mezclas de romanticismo y terror del cine moderno.

El film comienza contándonos la historia de Vlad Dracula (Gary Oldman), un miembro de la Orden del Dragón que, en el siglo XV, al volver de la guerra contra los turcos, descubre que su amada se ha suicidado porque creía que el había muerto. En 1897, Jonathan Harker (Keanu Reeves) es un joven abogado que viaja a Transilvania, en sustitución de R.M. Renfield (Tom Waits), el cual se ha vuelto loco, para reunirse con el Conde Drácula, que firme unos papeles en relación a su traslado a Londres. Drácula, que es un vampiro, descubre que la prometida de Harker, Mina (Winona Ryder), es idéntica a la mujer que perdió hace ya 400 años y decide conquistarla. En Londres, cuando el conde comienza a dejar un rastro de víctimas, Van Helsing (Anthony Hopkins), un excéntrico profesor de medicina, comienza a seguirle la pista.

Con un reparto excepcional (con secundarios de la talla de Richard E. Grant, Cary Elwes, Sadie Frost o Monica Bellucci), la cuidada producción del propio Coppola, una tenebrosa fotografía de Michael Ballhaus, una atmósfera de erotismo animal que no dejaba indiferente a nadie, buenos efectos especiales y de maquillaje, unos toques de gore, la promesa de ser la más fiel adaptación de la novela y con la canción 'Love song for a vampire' de Annie Lennox sonando en todas las emisoras, "Drácula de Bram Stoker" se convirtió en un icono de los 90 que terminó por fagocitar a uno de los grandes directores del cine moderno.

- Para románticos amantes del cine de terror clásico revisitado.

- No pierdan el tiempo los que solo gustan de los vampiros tipo “Blade” o “Underworld”.



viernes, 7 de febrero de 2014

Reseña Cineblog: El ultimo Waltz, Stop Making Sense y Serrat & Sabina: el Símbolo y el Cuate


Aula de Cine de la UMU & Filmoteca Regional de Murcia, Viernes 14 de Febrero

“El ultimo Waltz” (Martin Scorsese, 1978)

“Stop Making Sense” (Jonathan Demme, 1988)

“Serrat & Sabina: el Símbolo y el Cuate” (Francesc Relea, 2013)

            Como el sueño de un melómano perturbado hecho realidad, el día de San Valentín de este año viene cargado de música para las pantallas de cine en Murcia. Un recorrido que te puede llevar del Aula Antonio Soler (en la planta baja del Aulario de la Merced), donde el Aula de Cine proyecta una imprescindible sesión doble (a las 17:00) con dos de los mejores conciertos filmados de la historia para lucimiento de The Band y Talking Heads; hasta la Filmoteca Regional, en la que se estrenará (a las 21:30, aunque también a las 19:30) el documental que sigue los pasos de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina en su primera gira conjunta por Hispanoamérica. Un maratón cinematográfico-musical que nos transportará desde el folk rock sureño de finales de los 60 hasta la música de autor española más veterana, pasando por el más virtuoso pop rock intelectual de los 80. Y para redondear la propuesta encontramos tras las cámaras a valores seguros como Martin Scorsese y Jonathan Demme, ¿alguien da más?

            Martin Scorsese (influencia clara de Quentin Tarantino y su revolución de las bandas sonoras en los 90; ha demostrado en films como “Uno de los nuestros”, 1990, o “Infiltrados”, 2006, la importancia que le da a las bandas sonoras compuestas de canciones ya existentes), grabó, sirviéndose de las armas del lenguaje cinematográfico, en 1976 los diversos conciertos de despedida de The Band, por los que desfilaron estrellas como Bob Dylan, Muddy Waters, Eric Clapton, Neil Young o Van Morrison e intercaló declaraciones de los propios músicos; convirtiendo “The Last Waltz” en una especie de despedida nostálgica de toda una generación cargada de ideales que se enfrentaba al declive de la música rock clásica (de la generación ‘Woodstock’) provocado por el auge del Punk o la música disco.

            Jonathan Demme (antes de consagrarse con “El Silencio de los Corderos”, 1991, o “Philadelphia”, 1993) partió de un despliegue técnico a la altura de las parafernalias que la banda de David Byrne (grabó con 7 cámaras en 3 conciertos distintos) y se apoyó en “Stop Making Sense” en una llamativa estética entre surrealista y pop que encajaba perfectamente con la mezcla de sonidos electrónicos, roqueros y hasta tribales que Talking Heads desarrollaban en el escenario. El film marcaría hasta la actualidad la manera de rodar un concierto (Demme no utilizó entrevistas intercaladas para vertebrar la narración) y se convertiría en un hito del cine musical gracias al vibrante montaje, algunos momentos memorables (como el inicio con David Byrne cantando solo ‘Psycho Killer’) y el excelente sonido de la banda.

            Para acabar el día, y solo para fans, “Serrat & Sabina: el Símbolo y el Cuate”. El irregular film del novel Francesc Relea nos ofrece un entretenido recorrido por los lazos que han unido y unen a Serrat (el ‘Símbolo’ de toda una generación de cantautores) y a Sabina (el ‘Cuate’, el colega inseparable) con las escenas musicales y sociales (también se habla de política, sexo o amor) de países como Argentina, Chile o México; a la vez que nos muestra la relación entre ambos mitos vivientes de la música española. En definitiva un agradable ‘broche opcional’ para un día de amor y música.

- Para amantes del cine y la música a partes iguales.

- No pierdan el tiempo los que no puedan escuchar una canción entera sin cambiar de pista.

Rubén Párraga Díaz - Cineblog.net