Hace algún tiempo, pero no demasiado, bajé hasta las profundidades, hasta ese "otro mundo" donde habitan las criaturas abandonadas por nosotros, por el hombre. Ese día bajé a los pantanos y conocí a seres tan bellos interiormente como horrendos y deformes. Una mezcla de locura, fantasía y realidad.
Ese día corrimos a toda prisa hasta el lugar, no podíamos llegar tarde, no nos lo queríamos perder. Nada más entrar, el cartel de "Localidades Agotadas" colgaba de la taquilla pero habíamos sido precavidos y teníamos las entradas en nuestro poder. Una chica de aspecto hippie merodeaba la entrada buscando camelar a todo el que se acercaba a la taquilla para conseguir una localidad pero nadie quería perderse esta oportunidad única que se nos brindaba.
Tras un largo pasillo llegamos a la acogedora sala. Apenas unas cabecitas nos separaban del escenario donde el espectáculo iba a tener lugar. Ocupamos nuestros asientos y en tan solo unos minutos todo era silencio y oscuridad. Una roca tímidamente iluminada era todo cuanto alcanzábamos a ver. Entonces apareció él, tan deforme, tan peculiar, tan diferente a cuanto podía haber imaginado. Y comenzó a hablar. Sí, se dirigía a nosotros. Y todos y cada uno de los que allí estábamos lo observábamos con curiosidad, respeto y admiración. Pero el show no había hecho más que comenzar, el desfile de estas criaturas deformes y tan peculiares había empezado y no eran reproches lo que nos esperaban sino más bien una acogedora y cálida bienvenida. Era su situación la que nos daban a conocer, y nosotros, tan inocentes en nuestra burbuja, no podíamos ni imaginar que éramos la causa de su sufrimiento, los que los habíamos desterrado a los Pantanos, alejados de la mano de Dios y del resto de la humanidad para no escuchar nunca más su sufrimiento.
Luces, magia, cercanía, risas y emoción. Todo un espectáculo digno de admiración.
No hace mucho creí escuchar que pronto nos volverían a brindar la oportunidad de verles de nuevo a todos y a cada uno de ellos. Si es así no lo dudéis, no dejéis escapar la oportunidad porque tal vez un día, cansados de nuestra ignorancia no quieran volver y prefieran refugiarse en su mundo, el mundo que nosotros les creamos y al que fueron expulsados por el mero hecho de ser diferentes.