“Gremlins” (Joe
Dante, 1984)
“Willow” (Ron
Howard, 1988)
Sesión doble en forma de festival nostálgico
para los chavales de los 80 que aún se regocijan con las grandes aventuras de
fantasía heroica y los monstruitos gamberros salidos de la nada para sembrar el
terror. Los dos grandes gurús del entretenimiento hollywoodiense durante los
años 70 y 80 (tirando por lo bajo), Steven Spielberg y George Lucas, tuvieron
dispar suerte como productores por separado (juntos parieron la saga de Indiana
Jones). Mientras Spielberg reventaba taquillas gracias a ingeniosos y
fantásticos argumentos, efectos especiales de primera y prometedores directores
(Joe Dante, Robert Zemeckis o Richard Donner) en films como “Poltergeist” (1982), “Regreso al Futuro” (1985) o “Los Goonies” (1985) que se
convirtieron en iconos cinematográficos;
George Lucas pinchaba una y otra vez, sin escatimar tampoco en efectos
especiales pero con unos argumentos un tanto más retorcidos y unos directores
bastante más irregulares o inexpertos (William Dear, Frank Oz o Ron Howard) en
películas que han pasado a formar parte de un culto más reducido pero igual de
fervoroso como “Dentro del Laberinto”
(1986), “Howard… un nuevo héroe”
(1986) o “Willow” (1988).
Como cinéfilos irredentos y enamorados de
la cultura popular de su juventud que eran (y son), las historias que producían
Amblin (productora de Spielberg) y Lucasfilm (productora de Lucas) provenían de
mezclar, homenajear y renovar viejos conceptos para las nuevas generaciones de
devoradores fílmicos. “Gremlins” es
una oda desvergonzada a los films de terror y de monstruos de los años 50, a los autocines, a la
serie B, a Forrest J. Ackerman y a las leyendas urbanas. Sin embargo “Willow” es la ‘versión’ de George
Lucas de “El Hobbit” (novela de la cual no consiguió los derechos) en la que
podemos encontrar elementos de “Los viajes de Gulliver” o de diversos pasajes
de “La Biblia ”.
Aunque tanto Spielberg como Lucas
dedicaron gran parte de su esfuerzo a producir films de calidad (mientras
Spielberg intentaba hacerse un hueco entre los autores de prestigio con “El Color Púrpura” o “El Imperio del Sol”, Lucas ponía parte
de su fortuna ‘galáctica’ para que Akira Kurosawa, Paul Schrader o Francis Ford
Coppola pudiesen financiar “Kagemusha,
la sombra del guerrero”, 1980, “Mishima”,
1985, o “Tucker, un hombre y su sueño”,
1988, respectivamente), lo cierto es que siempre serán recordados como padres
de una generación de espectadores maravillados por la tecnología y la magia de
un hollywood que no volvería a ser nunca el mismo.
- Para recuperadores de tesoros perdidos
en el fondo de la psique.
- No pierdan el tiempo los que no las
hayan visto desde los 80… si no has hecho por verlas hasta ahora por algo será.
Rubén Párraga Díaz - Cineblog.net