Filmoteca Regional, Sábado 25 de Mayo
“El cocinero, el ladrón, su
mujer y su amante” (Peter Greenaway, 1989)
Si hay alguien que haya
sabido fusionar el cine con las distintas disciplinas artísticas de una manera
digna, sofisticada, compleja e inteligente, ese es Peter Greenaway, maestro del
exceso visual, del barroquismo narrativo y del concepto como leit-motiv de la creación plástica. “El cocinero, el ladrón, su mujer y su
amante” rebosa de las cualidades del cine de Greenaway con una propuesta
accesible, un controvertido argumento lineal y un auténtico festival estético
emparentado con el teatro y la comedia de infidelidades.
A través de una puesta en
escena tremendamente original y recargada, plagada de escenarios imposibles y
suntuosos vestidos, Greenaway (autor también del guión) nos cuenta la historia
de Albert Spica, un mafioso sin escrúpulos dueño de un refinado restaurante
(Michael Gambon), que disfruta humillando a su esposa (Helen Mirren), a sus
subordinados y a cualquier desgraciado que se cruce en su camino. Cuando
descubre que ella lo engaña con un cliente habitual del restaurante (Alan
Howard) lleva a cabo una brutal venganza. Pero la esposa y el chef (Richard
Bohringer) planean un contraataque definitivo.
Con una
veintena de cortometrajes desde los años 60 y varios largometrajes en los que
se servía de diversos géneros (la ciencia-ficción en “The Falls”, 1980; la comedia de época en “El contrato del dibujante”, 1982; o el drama intimista de “El vientre del arquitecto”, 1987) para
reflexionar acerca de diferentes disciplinas artísticas, Peter Greenaway se
embarcó en este extravagante e inclasificable cóctel de géneros con vocación de
provocador. Desnudos frontales, alta cocina, escatología, sadismo, comedia
negra, canibalismo, romance ideal y el terror más dramático; todo tiene cabida
en esta oscura e incómoda que se convirtió en película de culto inmediato por
su independencia de las modas y su personal visión de la narración cinematográfica.
- Para amantes del arte en cualquiera de sus formas.
- No pierdan el tiempo los fundamentalistas del cine de género sin
pretensiones.
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