“Criadas
y Señoras” (Tate Taylor, 2011)
Ya en los años 60 en los que está ambientada “Criadas y Señoras” se hacía cine de crítica social
bienintencionado con el trasfondo de una sociedad racista que, tras las
revueltas e insubordinaciones de los años 50 por parte de la comunidad
afro-americana, ya parecía exhortizada de sus pecados pasados (aunque
obviamente aún era una sociedad hipócrita y discriminatoria afectada por el
espejismo del movimiento hippie). Films como “Los lirios del valle” (Ralph Nelson, 1963) o “Adivina quién viene esta noche” (Stanley Kramer, 1967) daban fe de
ello, y la optimista y humanista cinta de Tate Taylor evoca esa época enmarcándose
en lo que el filósofo Jean Braudillard llamaba ‘retro-cinema’: donde la
hiperrealidad se apodera del cine y las películas, perfectas técnicamente, nos
hacen recordar el pasado a través de apariencias que se nos presentan como
reales pero no son más que idealizaciones a las que hemos dado el estatus de
realidad.
Eugenia Phelan (Emma Stone) es una joven que vuelve a su pueblo de
Mississippi, tras estudiar en la Universidad, con las ansias de convertirse en
escritora. Para ello decide entrevistar a mujeres negras que han estado
sirviendo a familias blancas, criando a sus hijos, haciendo de comer y
limpiando sus casas. La actitud progresista de Eugenia la llevará a tener
problemas con la comunidad, incluida su propia madre (Allison Janney). Eugenia
entabla amistad, gracias a su investigación, con Aibeleen (Viola Davis) y Minny
(Octavia Spencer), con las que llevará a cabo un trabajo que pondrá a prueba la
entereza moral de la población.
Con una dirección algo plana a cargo de un actor mediocre metido a
director y guionista, el film sale a flote gracias a unas estupendas
interpretaciones tanto de su trío protagonista (Stone, Davis y Spencer) como de
un impagable elenco de secundarias (Jessica Chastain, Bryce Dallas Howard,
Sissy Spacek, …), las cuales llenan el film de momentos emocionantes, humor y
cierta profundidad que se agradece (a pesar de su inevitable regusto a cine ‘mainstream’).
Una brillante fotografía de Stephen Goldblatt que nos retrotrae con nostalgia a
los colores cálidos del ‘American Way of Life’ y una correcta banda sonora del
destacable Thomas Newman (hijo del maestro de las bandas sonoras Alfred Newman
y primo del pianista Randy Newman, habitual en los scores de Pixar) ponen un
broche a esta blanda pero agradable película.
- Para fans de comedias dramáticas
bienintencionadas y no excesivamente comprometidas.
- No pierdan el tiempo los que busquen una acerada
crítica de la sociedad norteamericana.
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