Filmoteca
Regional, Sábado 5 de Octubre
“El
Maquinista de la General” (Buster Keaton & Clyde Bruckman, 1926)
Con un padre que dejó los ‘peligrosos’ shows de
venta de elixires medicinales (una suerte de teletiendas primitivas) para
introducirse en los espectáculos de variedades y arrastró con el a toda su
familia; el pequeño e inexpresivo Buster Keaton (el apodo de ‘Buster’, algo así
como ‘Tremendo’, se lo puso el mismísimo Harry Houdini) se convirtió en una
estrella precoz en los escenarios de Broadway hasta que la Asociación
Neoyorquina de Protección a la Infancia acabó con el negocio familiar por
explotación infantil. En 1917 debutó en el cine junto al presunto violador y
asesino Fatty Arbuckle (en 1921, siendo el actor mejor pagado de Hollywood, fue
acusado de penetrar con una botella y provocar la muerte de una joven aspirante
a actriz) en “The Butcher Boy”, y
pronto comenzó a protagonizar sus propias películas, a escribir y dirigir
divertidísimas e ingeniosas comedias repletas de humor físico acrobático de las
que “El Maquinista General” es su
cumbre absoluta.
Johnny Gray (Buster Keaton) es un maquinista sureño
de la Western & Atlantic que, por sugerencia de su novia Annabelle Lee
(Marion Mack), decide alistarse en el ejército confederado cuando estalla la
Guerra de Secesión. Pero no lo aceptan porque piensan que aportará más al Sur
desde su profesión de maquinista. El se queda contento junto a su locomotora
preferida: La General; pero Annabelle cree que es un cobarde y lo deja. Un año
después, el ejército del norte roba La General a Johnny, y con ella se llevan
secuestrada a Annabelle que viajaba con su padre. Johnny tendrá que demostrar
que es un valiente y recuperar las dos ‘chicas’ que más le importan en la vida.
Buster Keaton y su compinche Clyde Bruckman
orquestaron una prodigiosa lección de planificación y osadía cinematográfica
(temeridad incluso, pues Keaton nunca utilizaba dobles) con esta delirante y
frenética comedia de aventuras que puso patas arriba la aún joven industria del
cine; quemando presupuestos millonarios y llenando las salas; explotando todas
las posibilidades del montaje y haciendo del travelling un personaje más; elevando
la categoría de héroe accidental a la de héroe clásico tragicómico y
consiguiendo una obra compleja, compacta y divertida (no como otros films de la
época que parecían simples vehículos para una serie de gags inconexos).
- Para los
que no tengan bastante con Charles Chaplin y quieran más ‘slapstick’.
- No
pierdan el tiempo los fanáticos de la comedia moderna, cargada de escatología y
sexo.
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