Cines
Cinesa, Ciclo Rewind. Martes 30 de julio & Jueves 1 de agosto
“Toro Salvaje” (Martin
Scorsese, 1980)
El boxeo es sin duda el deporte que ha marcado más obras maestras del
cine. Eso no quitaba para que desde “El
Campeón” (King Vidor, 1931), con el grandullón Wallace Berry protegiendo al
niño Jackie Cooper, hasta su sentimentaloide remake “Campeón” (Franco Zeffirelli, 1979), con Jon Voight cuidando del
adorable Ricky Schroder, poco pareciera haber cambiado. Pero “Toro Salvaje” rompió con esos rancios
estereotipos alejándose de propuestas similares como “Rocky” (John G. Avildsen, 1976) y mezclando con sabiduría estética
y formal la violencia brutal y cruda de los combates con una trama entre el
retrato psicológico, el drama criminal y las historias de auge y caída, para
lograr una aguda reflexión sobre el fracaso y la vida; lo que la acercaba a
films como “Marcado por el odio”
(Robert Wise, 1956), el biopic de Rocky Graciano protagonizado por Paul Newman.
Un entregado Robert de Niro interpreta a Jake LaMotta un agresivo
boxeador que no es capaz de controlar sus impulsos violentos fuera del ring.
Pero gracias a su hermano y manager (Joe Pesci) y a una furia desbocada sobre
el cuadrilátero que compensa su carácter intratable, Jake consigue llegar a lo
más alto en el mundo del boxeo. Pero su triunfo no le mejora la vida, sigue
siendo un hijo de puta con malas pulgas y encima el éxito se le sube a la
cabeza. No solo tiene problemas con su mujer (Cathy Moriarty) por sus continuas
infidelidades y juergas nocturnas, sino que además la mafia quiere que amañe
combates, y parece que no puede negarse.
Una dirección personalísima, precisa y profesional cargada de
elementos destacables (como la inolvidable manera de rodar los combates), unas
interpretaciones soberbias (grandes secundarios y un Robert de Niro que ganó 20
kilos para rodar las escenas del viejo LaMotta), un guión del siempre
interesante Paul Schrader (basado en la autobiografía del propio boxeador) en
el que no sobra nada y todo funciona como un reloj, la evocadora fotografía de
Michael Chapman, el difícil montaje de Thelma Schoonmaker o una melómana banda
sonora cargada de clásicos líricos italianos y pop americano de los 50. Todo se
junta para hacer de “Toro Salvaje”
uno de esos placeres que sólo el cine puede dar.
- Para coleccionistas de las mejores
interpretaciones de la historia del cine.
- No pierdan el tiempo los que no aguanten las
grandes historias de perdedores.
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