Cines
Cinesa, Ciclo Rewind. Martes 6 & Jueves 8 de agosto
“Pesadilla en Elm
Street” (Wes Craven, 1984)
Tras más de diez años de carrera, Wes Craven se había forjado un
nombre dentro del cine de terror más truculento gracias a la pieza de violento ‘cinema
verité’ “La última casa a la izquierda”
(1972) y la exitosa “Las colinas tienen
ojos” (1977). Pero después de la fallida (pero simpática) adaptación del cómic
“La Cosa del Pantano” (1982) Craven
necesitaba un soplo de aire fresco en su filmografía. Y Freddy Krueger fue ese
soplo. “Pesadilla en Elm Street”
revolucionó el cansino panorama del slasher adolescente (poblado normalmente de
simples psicópatas con problemas edípicos) gracias a este diabólico vengador de
ultratumba que hizo cambiar de rumbo franquicias como la de “Viernes 13” o “Halloween” hacia lo sobrenatural, y convirtió el gore en compañero
inseparable de toda una generación de jóvenes que no imaginaban que sus tripas
acabarían pintando el techo de su cuarto.
El argumento del film es harto conocido por todos debido a una serie
de secuelas (con las que Wes Craven no tuvo nada que ver hasta “La Nueva Pesadilla de Wes Craven”,
1994) y a homenajes varios que han filtrado a Freddy Krueger hasta las raíces
de la Cultura Popular. Unos jóvenes comienzan a tener pesadillas muy reales con
un tipo con la cara chamuscada y cuchillas en las manos. Sus padres le quitan
importancia al asunto, pero cuando los chavales comienzan a morir se descubre
que años atrás habían quemado vivo a un asesino de niños en un cuarto de
calderas. Así que ahora Freddy ha vuelto para buscar venganza abriendo en canal
unos cuantos adolescentes.
Con una narración plagada de referencias y simbolismos freudianos,
sexuales y oníricos unida al saber hacer de Wes Craven como artesano de género,
este resultón argumento rompió taquillas en todo el mundo revisitando la figura
del hombre del saco. Historia de pérdida de la inocencia ante la amenazante
edad adulta, al ritmo de una ochentera banda sonora con sintetizadores, en la
que los hijos han de pagar los pecados de sus progenitores con su propia
sangre. Aunque también suele interpretarse como una llamada de atención hacia
lo podrido que hay bajo la aparente normalidad de la clase media representativa
del ‘american way of life’. En cualquier caso es un entretenimiento convertido
en icono que merece la pena ser visto.
- Para aficionados al terror que buscan una excusa
para no irse a dormir.
- No pierdan el tiempo los que sean mínimamente
aprensivos.
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